martes, 17 de agosto de 2010

NO TODOS LOS HOMBRES FUERON CREADOS PARA EL MATRIMONIO


Se acercaron a él algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le dijeron: “¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?” El respondió: “¿No han leído ustedes que el Creador, desde el principio, los hizo varón y mujer, y que dijo: Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos no serán sino una sola carne? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido.”

Le replicaron: “Entonces, ¿por qué Moisés prescribió entregar una declaración de divorcio cuando uno se separa?” Él les dijo: “Moisés les permitió divorciarse de su mujer, debido a la dureza del corazón de ustedes, pero al principio no era así. Por lo tanto, yo les digo: El que se divorcia de su mujer, a no ser en caso de unión ilegal, y se casa con otra, comete adulterio.”

Los discípulos le dijeron: “Si esta es la situación del hombre con respecto a su mujer, no conviene casarse.” Y él les respondió: “No todos entienden este lenguaje, sino sólo aquellos a quienes se les ha concedido. En efecto, algunos no se casan, porque nacieron impotentes del seno de su madre; otros, porque fueron castrados por los hombres; y hay otros que decidieron no casarse a causa del Reino de los Cielos. ¡El que pueda entender, que entienda!.”

Los temas tratados en este pasaje despiertan mucha controversia en nuestros días. Hoy llama particularmente la atención un versículo, que la versión castellana que he transcrito aquí traduce así: “Algunos [...] nacieron impotentes del seno de su madre.” El uso de ‘impotentes’ para traducir ‘eunuchoi’ es muy cuestionable. La Biblia de Jerusalén, por ejemplo, ofrece otra traducción: “Porque hay eunucos que nacieron así del seno materno.” Esta manera de traducir sin traducir es más generosa con los lectores, porque deja ver que hay diversas maneras de entender lo que Jesús quiere decir cuando se refiere a los eunucos. Cuando Aristóteles habla de los impotentes no los llama eunuchoi sino más bien agonoi, con lo que parece subrayarse la lucha de quienes desean vehementemente alcanzar una meta que se les escapa. Pero más allá de las precisiones eruditas, ¿qué significa eunuco en este pasaje? Parece ser que Jesús está haciendo una clasificación en relación con la convivencia de los sexos, de modo que la definición más genérica de eunuco aquí podría ser ésta: Eunuco es quien no convive sexualmente con una mujer porque nació incapaz para esa convivencia.

Jesús, en efecto, está diferenciando tres maneras de no convivir con mujer.

1. Los eunucos en el sentido natural de la limitación, es decir, que desde el seno materno ya están condicionados a no convivir sexualmente con una mujer, porque no lo desean (nótese que no decimos que agonizan, sino simplemente que no lo desean).

2. Los eunucos que no pueden convivir sexualmente con una mujer porque han sido castrados, y por lo tanto les ha sido quitada la posibilidad de realizar ese deseo, si es que lo tenían (que es como nos hemos acostumbrado a usar el término eunuco).

3. Y por último están los célibes, que voluntariamente deciden no convivir sexualmente con una mujer y por lo tanto se ejercitan en el control de ese deseo, si es que lo tienen.

Las dos preguntas que se caen de maduras son: ¿Quiénes constituyen el primer tipo de eunucos? y ¿qué significa que algunas versiones de la Biblia traduzcan ese versículo de una manera tan evidentemente impropia?

Parece que en los eunucos del primer tipo es posible incluir a los homosexuales, quienes no se casan porque carecen de ese deseo. Si ese fuera el caso, lo más importante de esta lectura sería que Jesús dice de ellos que nacieron así del seno materno.

Creo que proponer esta lectura tiene unas implicaciones extraordinarias, que se han trabajado muy poco en nuestro medio porque son ideológicamente incómodas. Sin embargo, que Jesús considera a este primer tipo de ‘eunuquez’ un fenómeno natural es algo que difícilmente podría ser negado por cualquier lector de este pasaje. Lo que muchos se resistirían a aceptar es la incorporación de la homosexualidad en ese conjunto.

Es claro que, quienes temen la tesis de la homosexualidad natural, deben esforzarse por hacer aparecer el fenómeno como un defecto de la naturaleza, como una suerte de enfermedad congénita, y por eso la presentan como impotencia. Pero con esa movida hacen algo más: identifican de hecho al primer conjunto de eunucos con los homosexuales. En otras palabras, suponen que, en una naturaleza sana, toda libido masculina debe traducirse en deseo de unión sexual con una mujer.

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