martes, 9 de noviembre de 2010

VISIÒN DE LOS SAQUEADORES SANGUINARIOS CRISTIANOS SOBRE LOS INDIGENAS Y HOMOSEXUALES.





Ya en los tiempos de la conquista, estaba claro que los indios estaban condenados a la servidumbre en esta vida y al infierno en  la otra.  
Sobraba evidencias del reinado de Satán en América. Entre las pruebas más irrefutables, estaba el hecho de que la homosexualidad se practicaba libremente en las costas del mar Caribe y en otras regiones. Desde 1446, por orden del rey Alfonso, los homosexuales de Portugal marchaban a la hoguera: “Mandamos y disponemos por ley general, que todo hombre que tal pecado cometiere, de cualquier guisa que fuere, sea quemado y reducido a polvo por fuego, por tal que nunca de su cuerpo ni de su sepultura pueda ser oída memoria.

En 1497, también Isabel y Fernando, los reyes católicos de España, mandaron a que fueran quemados vivos los culpables del nefando pecado de la sodomía, que hasta entonces morían a pedradas o colgados de la horca. Los guerreros que conquistaron América realizaron algunos aportes dignos de consideración a la tecnología de las muertes ejemplares. En 1513, dos días antes de eso que llaman el descubrimiento del océano Pacífico, el capitán Vasco Núñez de Balboa aperreó a cincuenta indios que ofendían a su Dios Católico practicando el abominable  pecado contra natura. En lugar de quemarlos vivos, los arrojó a los perros especializados en la devolución de carne humana. El sangriento y malévolo espectáculo en nombre de su Dios y su religión, tuvo lugar en Panamá, a la luz de las hogueras. El perro de Balboa, Leoncico, que cobraba sueldo de alférez, lució su maestría en el arte del destripe, bendecido por los reyes Católicos de esa época.
Casi cinco siglos después, en mayo de 1997 , en la pequeña ciudad brasileña de Sao Goncalo de Amarante, un hombre mató a quince personas, y se suicidó de un tiro en el pecho, porque en el pueblo andaban diciendo que él era homosexual. El orden que en el mundo impera desde la conquista de América, no ha tenido jamás la intención de socializar los bienes terrenales, que Dios libre y guarde, pero en cambio se ha dedicado fervorosamente a universalizar las más jodidas fobias de la tradición bíblica.
En nuestro  tiempo, el movimiento gay ha ganado amplios espacios de libertad y respeto, sobre todo en los países del norte del mundo pero todavía quedan muchas telarañas ensuciando los ojos.
Hay mucha gente que todavía ve en la homosexualidad una culpa que no tiene expiación, un estigma imborrable y contagioso, o una invitación a la perdición que tienta a los inocentes:  los pecadores, enfermos o delincuentes, según como se mire, constituyen en cualquier caso un peligro. Numerosos homosexuales han sido y siguen siendo víctimas de los grupos de limpieza social que operan en Colombia y  de los escuadrones de la muerte en Brasil, o de cualquiera de los energúmenos de uniforme policial o traje civil que en el mundo entero exorcizan sus demonios apaleando al prójimo, o cosiéndolo a puñaladas o a balazos.
Según el antropólogo Luis Mott, del Grupo Gay de Bahía, no menos de mil ochocientos homosexuales han sido asesinados, en los últimos quince años, en Brasil.
“Se matan entre ellos”, dicen las fuentes oficiosas de la policía, “son cosas de bichas”.
Que viene a ser exactamente la misma explicación que uno escucha a menudo sobre las
guerras en África, son cosas de negros, o sobre las matanzas de indígenas en América:
son cosas de indios.
Así se prueba que los indios son inferiores
(Según los conquistadores de los siglos dieciséis y diecisiete)
Los indígenas se suicidan porque son holgazanes y se niegan a trabajar.
Los indígenas andan desnudos, como si todo el cuerpo fuera  la cara.
Porque los salvajes no tienen vergüenza
Los indígenas Ignoran el derecho de propiedad, y comparten todo, carecen de afán de riqueza. Porque son más parientes del mono que del hombre.
Los Indígenas se bañan con sospechosa frecuencia.
Porque se parecen a los herejes de la secta de Mahoma,
que bien arden en los fuegos de la Inquisición.

Los indígenas creen en los sueños y obedecen a sus voces.
Por influencia de Satán o por pura estupidez.

Los indígenas practican libremente la homosexualidad.
La virginidad no tiene importancia alguna.
Porque son promiscuos y viven en la antesala del infierno.
Los indígenas jamás golpean a los niños, y los dejan andar libres.
Porque son incapaces de castigo ni doctrina.

Los indígenas comen cuando tienen hambre y cuando es hora de comer.
Porque son incapaces de dominar sus instintos.

Los indígenas adoran la naturaleza, a la que tienen por madre,
y creen que ella es sagrada.
Porque son incapaces de religión y solo pueden profesar idolatría.
En el  Congreso Panamericano del Niño celebrado en Chile, habían sido numerosas las voces que exigían “seleccionar las semillas que se siembran, para evitar los niños impuros,
mientras el diario argentino La Nación editorializaba sobre la necesidad de “velar por el porvenir de la raza”, y el diario chileno El Mercurio, advertía que la herencia indígena dificulta, por sus hábitos y su ignorancia, la adopción de ciertas costumbres y conceptos modernos.
A finales de 1996, a vísperas de Navidad, la catedral de Salta, en el norte argentino, se quedó sin pesebre. Las figuras sagradas tenían rasgos y ropas indígenas: eran indios los pastores y los reyes magos, la Virgen y san José y hasta el Jesusito recién nacido. Tamaño sacrilegio no podía durar. Ante la indignación de la alta sociedad local y las amenazas de incendio, el pesebre fue retirado.
Tomado de: Escuela del Mundo al Revés  de Eduardo Galeano.
Y para finalizar, varios de los que se autodenominan los representantes de Dios en la tierra
varias veces y hasta en un Concilio discutieron si los indígenas y los negros tenían alma.
Francisco Guayasamin.

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