EL SECRETO DE LOS TEMPLARIOS
A partir de la segunda mitad del siglo XI, los pueblos occidentales de Europa organizaron expediciones de carácter religioso militar, con el afán de rescatar los Santos Lugares que se encontraban bajo el poder de los musulmanes. El mentalizador de estas guerras santas fue Pedro el Ermitaño, quien recorrió Francia, Italia y Alemania convenciendo a los cristianos sobre la necesidad de asegurar la peregrinación de sus correligionarios a Jerusalén, Belén y Nazaret.
Alentado por las prédicas del Ermitaño, el Papa Urbano II aprobó la primera cruzada en el año 1095. Tomaron parte en ella Godofredo de Bouillon descendiente del linaje de los fundadores de París y sus hermanos Balduino y Eustaquio. El 15 de julio de 1099 la gran peregrinación conquistó Jerusalén en donde los caudillos de la cruzada organizaron un reino cristiano.
Durante las guerras cruzadas se formaron órdenes militares compuestas por soldados monjes. Una de ellas fue establecida en 1119 por ocho caballeros franceses con el nombre de “Caballeros pobres de la Ciudad Santa”. En esta asociación a los votos religiosos de sus miembros se les sumó la responsabilidad de dedicarse a defender a los peregrinos y combatir a los infieles, con esta responsabilidad la Orden se convirtió en una potencia militar. Su sede principal en Jerusalén fue un edificio situado próximo a lo que fuera el templo de Salomón, por esta situación, esta orden de caballería más tarde fue denominada “Caballeros del Templo” o simplemente “Templarios”.
Los Templarios vivieron a la manera de canónigos regulares preparados siempre para aceptar el combate en pos de triunfos. Adoptaron como hábito un manto blanco con una cruz roja y su estandarte fue de color negro y blanco.
Como una fuerza militar, las Templarios descollaron por su valor, para estos caballeros el estado de prisionero físico o mental era inadmisible, sencillamente no podía existir. Se sabe que cuando los musulmanes capturaban a los cruzados dejaban a los prisioneros la elección de morir o adoptar la religión del profeta Mahoma. A los que no querían renegar de su fe les cortaban la cabeza. La única orden que pudo vanagloriarse de que ninguno de sus miembros acepto renegar fue la Orden templaria
Una vez establecidos de los primeros cruzados en Oriente, en Europa se consideró que era el momento oportuno para conquistar nuevos mercados e imponer ideas, religión y cultura.
Mientras los templarios alcanzaban éxitos rotundos en todas partes, la Iglesia Católica resolvía cuestiones doctrinales recurriendo a concilios ecuménicos, estas asambleas universales eran precedidas por el Papa y para su validez debían de contar con representantes de toda la iglesia.
En los once primeros concilios ecuménicos las discusiones versaron principalmente en temas como la Santísima trinidad, la divinidad de Cristo, la virginidad de María, el culto a imágenes religiosas y la eficacia de los sacramentos.
El año de 1215 fue convocado por el Papa Inocencio III, al duodécimo concilio general y cuarto de Letrán. En este concilio uno de los más famosos de la edad media asistieron aproximadamente unas mil personas entre primados, obispos, abades, priores y reyes.
Durante las deliberaciones y tertulias que se dieron en este evento, se puso en evidencia la disputa que existía entre príncipes y obispos por la recaudación de impuestos y la administración jurídica de territorios. En medio de mutuas insinuaciones sobre la conducta sexual de los asistentes, se acordó decretar el celibato para los clérigos y condenar la homosexualidad. A esta orientación sexual se la bautizó con el nombre de “pecado nefando”.
Este concilio finalizó, cuando Urbano III comisionó a los dominicos para formar cortes eclesiásticas con el fin de descubrir y castigar la herejía. Con estos mandatos quedó instituida la Inquisición llamada también Santo Oficio, a la que también se encargó juzgar y castigar la conducta sexual de la población.
Los catalizadores que existieron en el Concilio Cuarto de Letrán para considerar a la homosexualidad como un nuevo pecado fueron, la necesidad de disminuir las enfermedades venéreas que diezmaban a la población, los problemas políticos al interior de la iglesia, la disputa entre obispos y príncipes y principalmente el surgimiento en el escenario de un nuevo poder representado por la orden de los Templarios.
En el año de 1231durante el pontificado de Gregorio IX se decretó la pena de muerte para los herejes y para los homosexuales.
Una vez iniciado el siglo XIV, el espíritu ambicioso del rey de Francia Felipe IV el “Hermoso” se dejó sentir con más violencia, el año 1301 expulsó a los prestamistas italianos apoderándose de su dinero, cinco años más tarde este monarca dispuso la expulsión de los judíos de su reino impidiéndoles disponer de sus bienes.
El año 1307, Felipe IV dirigió su ataque contra los Templarios que en ese momento eran propietarios de fabulosas riquezas, esta vez el maquiavélico gobernante se unió al Papa Clemente V para conseguir la detención de todos los miembros de esta Orden que residían en Francia
En las primeras horas de la mañana del 13 de octubre de 1307, oficiales del rey de Francia, interrumpieron en las casa de los templarios del reino, para con extrema violencia arrestar a sus ocupantes. Los hermanos maltrechos por el ataque, se dejaron apresar, sin poner resistencia Esta vez los complotados utilizaron a la Inquisición para someter a los presos a horribles torturas.
La habilidad del Hermoso consistió en llevar sus acusaciones no contra la orden como un conjunto sino contra los individuos de ésta uno por uno.
Entre los días 26 de mayo y 20 de julio de 1308 el Rey y el Papa personalmente dirigieron el proceso, al cual lo habían sustraído de la Inquisición para ponerlo bajo su jurisdicción.
El juicio al maestre de la Orden templaria Jacques de Molay se desarrolló en París, la corte eclesiástica para esta ocasión estuvo formada por tres cardenales y los interrogatorios se efectuaron desde el 9 de agosto al 26 de noviembre de 1309. Para esa fecha Jacques de Molay tenía sesenta y dos años
Entre las múltiples acusaciones que se hacía contra los dos mil templarios apresados se encontraba la de haber cometido el crimen de sodomía.
Durante el proceso, hubieron acusadores que afirmaron que la Orden de los Templarios se había convertido en “un nido de impudicias y actividades antinaturales”, y que a los jóvenes que recién ingresaban se les enseñaba a complacerse sexualmente besándose entre ellos, en el ombligo y en los glúteos.
No faltaron personas que afirmaban haber visto en las casas templarias, a jóvenes tan hermosos como querubines entregados a “ritos cargados de desenfreno sexual”. En este estado de excitación, entre falos majestuosos y al compás de una sinfonía de caricias se esfumaba la jerarquía de la Orden.
En medio de una lluvia de rumores se decía que los “besos indecentes” del los templarios alentaban la homosexualidad entre la población.
En este proceso judicial se aseguraba además, que las noches templarias eran “para la vida disipada”, en donde cuerpos masculinos con aroma a trementina y formas perfectas por el ejercicio militar se perdían en deleites carnales. Estas noches de pasión, eran también un renacer para los caballeros de labios marchitos por el tiempo gracias al sabor de las zonas erógenas de unos cuerpos nùbiles y turgentes.
Detrás de este tipo de declaraciones se encontraba Felipe el Hermoso, tratando de criminalizar las prácticas sexuales de sus enemigos políticos para de este modo eliminarlos.
En los calabozos del rey, los acusados sufrieron tres o cuatro años de terror físico y psíquico, sus cuerpos fueron deformados por los golpes que recibieron y su piel se convirtió en una superficie llena de cicatrices, quemaduras inflamadas y heridas tumefactas.
Las investigaciones realizadas sobre los caballeros templarios han demostrado que la Orden era eminentemente homosexual y que actuó como un detonador antropológico en los pueblos en donde pudo implantar su personalidad.
Dos grupos distinguibles dentro de la estructura social los Templarios fueron los guerreros y los vasallos, durante las indagaciones, se descubrió que los guerreros y sus vasallos dormían en la misma cama, comía del mismo plato y montaba el mismo caballo. Los templarios consideraban que la relación guerrero vasallo terminaba convirtiéndose en romance. Estos romances fueron tan apasionados como díscolos, pues los amantes eran capaces de ofrendar la vida por amor. En estos tiempos las parejas gays eran indestructibles y solo podía aniquilarlas la muerte.
Al estudiar los sellos utilizados por la Orden templaria en sus documentos se puede entender su parecer, en una de estas marcas se observa la imagen de dos caballeros montados sobre un solo caballo, los jinetes se presentan tan unidos que parece que fueran un solo ser. Rodeando a la imagen mencionada se encuentra la leyenda SIGILLVM MILITVM XPISTI que se traduce como “el secreto del ejército de Cristo”.
El juicio a los Templarios se extendió hasta 1310, durante este periodo Jacques de Molay y centenares de caballeros fueron condenados a la muerte por fuego.
Los Templarios se volvieron poderosos cuando se convirtieron en banqueros y prestamistas de los reyes y por esta causa eran considerados como una amenaza para el poder político de la época.
Para destruir totalmente a los Templarios, Felipe el Hermoso y el Papa Clemente V recurrieron a un concilio ecuménico que se efectuó en Viena el 1 de octubre de 1311, en esta reunión se acordó confiscar los bienes de la Orden y extinguirla jurídicamente.
Los historiadores medievalistas han demostrado que la presencia la Orden de los Templarios en campiñas, pueblos y ciudades, contribuyó poderosamente a la recuperación y conservación de costumbres, ciencias y rasgos tradicionales frecuentemente paganos, sin esta presencia, este bagaje cultural se hubieran perdido inexorablemente, por la acción destructora de la Iglesia empeñada ciegamente en hacer desaparecer todo aquello que atente directa o indirectamente contra su autoridad exclusiva.
Eduardo Ramón L.©
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