Había una época en la que los sacrificios animales eran parte importante del hinduismo, los sacerdotes católicos no practicaban el celibato y las representaciones gráficas del profeta Mahoma eran parte del arte islámico. Y en el futuro próximo, algunas de las Iglesias del Reino Unido celebrarán matrimonios de parejas homosexuales. ¿Cómo hacen las religiones para cambiar su postura?
En 1889, Wilford Woodruff se convirtió en el cuarto presidente de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, mejor conocida como la Iglesia mormona.
Como tal, era considerado como un profeta viviente, alguien que recibía consejos y sabiduría directamente de Jesucristo. Ciertamente, los necesitaba, su Iglesia estaba en crisis.
Durante 40 años, los mormones habían estado enfrentados con el Congreso de Estados Unidos por el tema de la poligamia, a la que alentaban a los varones a practicar. El gobierno dijo que era ilegal y que las convicciones religiosas no eran una defensa.
Woodruff y otros llevaban una vida precaria, cambiando constantemente de residencia en un intento por evadir las órdenes de arresto por bigamia. En 1890, el gobierno llevó las cosas al punto crítico al confiscar todos los activos de la Iglesia.
Fue entonces cuando Jesucristo se le apareció a Woodruff en una visión y le mostró el futuro de la religión mormona si no se suspendía la práctica y no era muy atractivo. Así lo contó el presidente quien, aunque no renunció al matrimonio plural, sí expidió un manifiesto prohibiéndolo.
Si suena como un problema que se resolvió con facilidad, no es cierto, según le dijo a la BBC Kathleen Flake, profesora de la historia religiosa de EE.UU. en la Universidad Vanderbilt y mormona.
"Fue muy difícil social, personal y teológicamente", asegura. El cambio desestabilizó a toda la Iglesia y llevó a una profunda reflexión sobre cuáles eran los principios del mormonismo.
Sin profeta activo
La historia muestra que cualquier religión que se rehúsa a cambiar muere, añade Flake. Pero, ¿qué pasa con esas religiones que no tienen profetas vivos? ¿Cómo cambian?
Para los musulmanes, el último profeta, Mahoma, murió hace 1.400 años. Así que le corresponde a los ulema, doctores de la ley islámica, que dictaminan basados en un cuidadoso escrutinio de los textos sagrados fundamentales, que incluyen al Corán y el Sunna, una colección de historias que relatan las creencias y prácticas del profeta.
Un reto obvio es cómo leyes específicas para gobernar la vida en el siglo VII en Arabia pueden ser aplicadas a nivel global en el siglo XXI. Quizás por ello no sorprende que los ulema en distintos países tomen decisiones distintas, y a veces hasta cambien de opinión.
En la época de la revolución iraní de 1979, los ulema vetaron el control de natalidad, pero ahora se promueve el uso de preservativos, con fábricas subsidiadas por el gobierno de producción de condones y lecciones prematrimoniales de planificación familiar.
"Se asumía que cualquier cosa que viniera de Occidente iba a menoscabar al islam", señala Muqtedar Khan de la Universidad de Delaware, EE.UU., en conversación con la BBC.
Y a menudo, precisa, existe una tensión entre aspectos de la cotidianidad de la vida occidental y las enseñanzas musulmanas.
Un desafío para los musulmanes es el urinal.
"Una de las tradiciones de los musulmanes es sentarse a orinar", explica Khan, y añade que se consideraba como la mejor manera de evitar que salpicara y profanara las vestimentas de los fieles antes del rezo. Eso no siempre es posible en Occidente.
A veces, los musulmanes que viven en sociedades multiculturales añoran que se reinterpreten las escrituras, dice Khan.
La clave, de acuerdo con Tariq Ramadan de la Universidad de Oxford, es distinguir entre los "principios", que son inmutables, y los "modelos", que son producto de la época y lugar en las que fueron contadas las historias.
Desde esta perspectiva, opina, cambiar las inferencias del Corán no es una mera opción sino una obligación.
"No se es fiel al mensaje del Islam si nuestra comprensión no evoluciona", declara.
Karma, antes y después de Gandhi
Arvind Sharma, profesor de Religión Comparada de la Universidad McGill, relata un incidente que parece mostrar cómo es posible actualizar modelos y al mismo tiempo resaltar principios que representan la continuidad de la religión.
Su anécdota se centra en el momento en el que Mahatma Gandhi discutió el principio del karma, la doctrina hindú según la cual es posible que uno pague o sea premiado por sus acciones en una vida futura.
"El karma se usaba para justificar la intocabilidad en el hinduismo clásico", le dice Shama a la BBC. "Una persona nace intocable porque en una vida previa hizo algo malo, así que debe aceptar su statu quo".
Gandhi señaló que todas las castas de hindús habían sido tratadas como intocables por los británicos en India, que ponían señales afuera de sus clubes diciendo "No se permiten perros ni indios".
"El argumento de Gandhi era: '¿ven cómo funciona el karma?' Ustedes han tratado a alguna gente como intocables basándose en su nacimiento y ustedes han sido tratados como intocables con base a su nacimiento".
Al criticar la interpretación tradicional del karma y demostrar que ellos estaban pagando por la manera en la que trataban a los intocables, Gandhi estaba invocando y replanteando el principio del karma al mismo tiempo.
Cambio pronosticado
Una famosa historia del Talmud, uno de los libros sagrados judíos, parece anticipar que las generaciones futuras reinterpretarían la ley sagrada a su manera.
En la historia, Moisés va al Monte Sinaí a recibir la Torá -otro de los libros sagrados judíos- que le entrega su Dios. Moisés ve que a Dios embelleciendo las letras con pequeñas coronas.
"Moisés, quien era un hombre humilde, dice: 'A mí me gustan sencillas'", relata el rabino Burt Visotzky del Seminario Teológico Judío en Nueva York.
"Y Dios le dice: 'No, dentro de varias generaciones habrá un rabino llamado Akiva quien deducirá leyes judías de estas coronas en las letras".
"Entretejida en el mismo Talmud -ese repositorio de leyes y sabiduría de los rabinos- está la noción de que las cosas cambian pero eso sigue siendo parte de la revelación", le explica Visotzky a la BBC.
El dolor de cabeza que es la ciencia
Una de las fuerzas que ejercen presión para que la religión cambie es la ciencia.
La revolución de Copérnico -cuando los eruditos comprendieron que la Tierra gira alrededor del Sol y no al contrario- es un ejemplo obvio.
Chocaba con lo que decía la Iglesia católica. La Inquisición halló "vehementemente sospechoso de herejía" al sucesor de Copérnico, Galileo, quien tuvo que pasar la última década de su vida bajo arresto domiciliario.
La Iglesia católica admitió eventualmente que Galileo tenía razón y en 1992 el papa Juan Pablo II formalmente lo exoneró.
Sin embargo, la ciencia sigue planteándole preguntas espinosas a la Iglesia.
"Todas las áreas de la genética, biología molecular y evolución en general son un reto", le confiesa George Coyne, un sacerdote jesuita que dirigió el observatorio del Vaticano durante 28 años a la BBC. "¿Retorna el fantasma de Galileo a hablar? Sí, lo hace".
Para Coyne, el papel de los fieles entrenados científicamente es dedicarse al turbio y difícil proceso de cuadrar las enseñanzas de la Iglesia con los descubrimientos científicos y las oportunidades que le ofrecen a la humanidad.
1 comentario:
Alimentar tu sed existencial con la biblia es analogo a alimentar tu sed auditiva con el regueton.. la profundidad intelectual requerida es la misma.
Eduardo Lollament
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