domingo, 17 de mayo de 2015

EL SANTO GARROTE

"No te acostarás con un hombre como quien se acuesta con una mujer". Eso es una abominación".(Levítico 18:22)
Este es uno de los textos favoritos para afirmar que Dios abomina la homosexualidad, y claro, que si lo vemos así, fuera de su contexto, pues nos parecerá que se tiene razón. Pero hay que recordar que el texto no está solo, sino que forma parte de una serie de mandamientos que los judíos habían recibido de Moisés al vagar por el desierto del Sinaí.

A este pasaje se le ha denominado el Código de Santidad, y fue escrito expresamente al pueblo de Israel, no a toda la humanidad ni mucho menos a los cristianos que existirían muchos siglos después. Pero en fin, vamos a examinarlo para ver si de veras esto tiene que ver con la homosexualidad.

Esta parte del Libro del Levítico contiene muchas reglas y prohibiciones que tenían como origen el evitar que los israelitas se contaminaran con las costumbres “abominables” de los pueblos vecinos, así como hacerles olvidar las prácticas religiosas “paganas” que habían aprendido en Egipto. “No imitarán ustedes las costumbres de Egipto, donde antes habitaban, ni tampoco las de Canaán, adonde los llevo. No se conducirán según sus estatutos, sino que pondrán en práctica mis preceptos y observarán atentamente mis leyes.” (18:3-4)

Entonces hay una serie de prohibiciones y reglas para las relaciones sexuales que se debían de observar cuidadosamente, de lo contrario se correría el riesgo de ser lapidado, que era el castigo para todo esto. Así que el texto a que nos referimos forma parte de una serie de prohibiciones como las que cito a continuación. 

»No crucen animales de especies diferentes.

»No planten en su campo dos clases distintas de semilla.
»No usen ropa tejida con dos clases distintas de hilo.
»No coman nada que tenga sangre.
»No se corten el cabello en redondo ni se despunten la barba.
»Cuando a una mujer le llegue su menstruación, quedará impura durante siete días.
»Todo el que la toque quedará impuro hasta el anochecer.
»Todo aquello sobre lo que ella se acueste mientras dure su período menstrual quedará impuro. »Todo aquello sobre lo que ella se siente durante su período menstrual quedará impuro.
»Todo el que toque la cama de esa mujer deberá lavarse la ropa y bañarse, y quedará impuro hasta el anochecer.

»Todo el que toque algún objeto donde ella se haya sentado, deberá lavarse la ropa y bañarse, y quedará impuro hasta el anochecer.

 »Si alguien toca algún objeto que estuvo sobre su cama o en el lugar donde ella se sentó, quedará impuro hasta el anochecer.
»Si un hombre tiene relaciones sexuales con esa mujer, se contaminará con su menstruación y quedará impuro durante siete días. Además, toda cama en la que él se acueste quedará también impura.”
Y un sinfín de prohibiciones sobre las diferentes relaciones sexuales de los israelitas.
Pero también había prohibiciones sobre ciertos alimentos:

“El conejo, porque es rumiante pero no tiene la pezuña partida; este animal será impuro para ustedes. »La liebre, porque es rumiante pero no tiene la pezuña partida; este animal será impuro para ustedes. »El cerdo, porque tiene la pezuña partida en dos pero no es rumiante; este animal será impuro para ustedes.” Y también se prohíbe el consumo de mariscos como el camarón, el ostión, las almejas, etc.
Y yo pregunto. ¿Quién de nosotros observa tales reglas hoy en día? ¡Pues por supuesto que nadie!
Creo que no hay una persona que piense hoy en día en que estas prácticas que hacemos con singular alegría son “abominaciones” a Dios. Entonces les pregunto: ¿Y por qué nada más UNA sola de estas reglas se afirma que es valedera hoy en día? 
Bueno, si hemos entendido que este “Código de Santidad” era solo para los israelitas en ese momento histórico y por razones de evitar las costumbres “paganas” de sus vecinos pues estaremos de acuerdo que este versículo junto con los demás no tiene valor alguno para nosotros. La ley de Moisés no es un “Bufet” para seleccionar nada más lo que nos gusta o lo que nos conviene. O se observa TODA al pie de la letra o bien, se toma como una referencia histórica y nada más.
 Y es claro las relaciones sexuales tanto entre hombre-mujer y hombre-hombre eran prácticas comunes en los cultos de la antigüedad, los prostitutos y prostitutas sagradas se ofrecían en los templos para servir de enlace entre los ídolos y sus adoradores. Por eso se prohíben esta clase de relaciones. Es lógico, pero nosotros vivimos a varios milenios de distancia y nuestro contexto cultural es bastante diferente al de los israelitas acabados de salir del cautiverio. Así que estas prohibiciones nada tienen que ver con nosotros cristianos del S. XXI.
LOS TEXTOS “GARROTE”
Por el P. Manuel Sonora.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La verdad no se encuentra en los libros, ni en las frases bonitas, la verdad no esta en la misa ni en el culto, la verdad no esta en la Biblia ni en el Corán.

La Verdad habita en lo mas profundo del ser que actúa con la sencillez e inocencia de un niño y la humildad de de una rosa que no sabe que despide fragancia que deleita y embellece el espacio donde se encuentra.

La Verdad Es por si sola, no se necesita decirla.

Anónimo dijo...

La religión no debe ser el motivo de tanto odio entre las personas ..
el rencor no debería existir en la humanidad y peor en nombre de un "Dios" que supuestamente es amor.

No tener tolerancia al otro, el sentirse superior al otro, y peormente sentirse que uno es mejor que otro porque es cristiano simplemente es falta de amor por si mismo.

No se puede rotular ala gente no por lo que lee o por su apariencia . o por su condición económica o social ....no se con que autoridad la religión aprueba tanto asesinato, tanta guerra, tanta invasión, en pretexto de llevar el mensaje de "amor de Cristo.

Carlos S

Anónimo dijo...

DICEN QUE NINGÚN MARICA ENTRARA AL REINO DE LOS CIELOS, ESCRITO EN LA BIBLIA...
EL AMOR DE DIOS EN TAN TAN GRANDE QUE AMA A SUS CREACIONES, Y SI ESTAMOS EN ESTA TIERRA, ES PORQUE EL ASÍ LO QUIERE, Y POR ALGUNA RAZÓN PASAN LAS COSAS, TODO TIENE SU RAZÓN DE SER.
ASÍ QUE GUARDO LA SEGURIDAD DE QUE ENTRAREMOS POR PUERTA GRANDE, COMO CUALQUIER OTRO MORTAL.

CAMILA GUILLEN